Ahora bien, es necesario establecer como lo hace Branden (1995), las principales características de las personas poseedoras de ese recurso tan valioso como lo es la autoestima:
1. Racionalidad resultante de la función integradora de la consciencia, es la búsqueda del significado y la comprensión de las relaciones. Su guía es la ley de la no contradicción: nada puede ser verdadero y falso al mismo tiempo. Su base está en el respeto a los hechos, no debe confundirse con seguir reglas obligatorias, o con una obediencia irreflexiva, puesto que a veces la racionalidad está en contrariar estas reglas. La búsqueda de la racionalidad implica una disponibilidad y una actitud abierta a la experiencia.
2. Realismo que en este contexto significa un respeto por los hechos, la distinción entre lo real y lo irreal. Las personas con baja autoestima tienden a infravalorar sus capacidades, por el contrario aquellas con una autoestima alta tienden a valorar sus habilidades de forma realista.
3. Intuición, esta función en ciertos hombres y mujeres sobre todo los mas exitosos están a veces regidos por las integraciones del subconsciente. La función intuitiva permite inesperados saltos, que de pensar de forma convencional tardarían más en producirse. Los ejecutivos de alto nivel confían muchas veces en su intuición.
4. Creatividad como característica personal trae como consecuencia que el individuo que la posee esté menos subordinado a los criterios de los demás al menos en lo que respecta a la creatividad. Es mas autosuficiente, aprende y se inspira en los demás, pero valora sus propios pensamientos y sus intuiciones que una persona normal. Valora los productos de su mente.
5. Independencia es una consecuencia razonable de una autoestima saludable, tal como lo es la práctica de ser responsable de la propia existencia, la realización de las metas y la consecución de la felicidad.
6. Flexibilidad significa tener la capacidad de reaccionar a los cambios sin que prestar atención al pasado. La rigidez es la respuesta de una mente que no confía en sí misma para hacer frente a lo nuevo o para dominar lo desconocido. Una persona que confía en sí misma, es capaz de responder a las novedades porque está abierta a considerarlas.
7. Capacidad para afrontar los cambios, guarda una estrecha relación con lo anteriormente expuesto, y se refiere a la característica de la autoestima de fluir con la realidad, de reaccionar a tiempo, ya que la duda retrasa la capacidad de reacción. La capacidad para enfrentar el cambio está relacionada con una buena orientación a la realidad y con la fuerza del yo.
8. Deseo de admitir (y corregir) los errores, de igual manera está relacionada con la orientación a la realidad, se basa en la premisa de que los hechos son superiores a las creencias, o la verdad es superior a tener la razón. Cuando la confianza se une al respeto a la realidad, el enmendar un error será una consecuencia natural.
Como puede evidenciarse, la autoestima es una receta con los más variados ingredientes que comprenden desde características personales, influenciadas por supuesto por las personas significativas, por factores subconscientes como la intuición y factores sociales como son la actitud ante los cambios, la benevolencia y la cooperación.
Sentimientos que marcan la autoestima
Ciertamente la autoestima es muy importante para el desarrollo personal y social del individuo. Al igual que se estudian los elementos potenciadores de la misma, se hace necesario pasar la mirada por aquellos que pueden degenerar en dificultades para la misma. Tal como lo señala Cortés de Aragón (1999), es necesario destacar que para promover la autoaceptación, se debe ser capaz de manejar estos sentimientos:
2. Sentimiento de culpabilidad, este sentimiento verdaderamente autodestructivo si su origen es malsano debe estudiarse con la finalidad de desecharlo. No todo sentimiento de culpa es perjudicial, puesto que este puede ayudar al individuo es la autorregulación de su conducta. A veces el sentimiento de culpa puede originarse desde pequeño con experiencias surgidas con personas significativas, donde el niño al no tener capacidad de análisis desarrolla un sentimiento verdaderamente nefasto, sobre todo relacionado con la sexualidad y su aprendizaje.
3. Sentimiento de miedo, la ansiedad, la angustia y el estrés son estados emocionales displacenteros; acompañados generalmente de manifestaciones fisiológicas como temblor, piloerección (carne de gallina), sudoración, sensación de vacío en el estómago, aumento del ritmo respiratorio, etc. Estas manifestaciones son valiosas al momento de un peligro real, puesto que son capaces de salvar la vida de quien las evidencia; pero sin embargo ciertas personas los padecen sin causas aparentes y de forma sobreabundante, lo cual los mantiene en una tensión constante y en ocasiones los inutiliza para vivir una vida productiva.
La conciencia de sí mismo
Se hace necesario señalar como lo hace Barroso (1998), que según sus fuentes el 80 % de los venezolanos no tienen una conciencia definida de sí mismos: ignoran sus necesidades, las niegan, no les dan importancia, las dejan en manos ajenas, las evaden. Concentrando su energía en agradar a complacer expectativas ajenas; ya que ha sido educado para la obediencia y la sumisión, para portarse bien, para acomodarse a lo establecido, para estar bien con todo el mundo. Por lo tanto siempre debe ser responsable de otros: de sus padres, de sus hermanos, de su familia.
Contrariamente a lo que pudiera esperarse el venezolano a su vez está entrenado para comportarse así, puesto que en caso contrario no podría esconderse del dolor y la rabia de la situación real. Todo esto aplicado a los estratos sociales que aquí conviven, dando como resultado que el venezolano no se cultive a sí mismo, sino al otro, la posición, el reconocimiento, la imagen, el prestigio, no conoce sus necesidades pero espera que otro se las atienda; no obstante promete ayudar en todo cuanto otro necesite. Eso sí, sin el mayor compromiso, pues siempre sobrará una buena excusa para justificar su ineficacia.
Ante este panorama el venezolano siempre tendrá a la mano un chiste, una anécdota, un sobrenombre, un diminutivo, en fin formas socialmente aceptadas de descalificar al otro. Aparte de esto siempre hablará hasta de lo que ignora, será un desinformador a toda prueba, aunque carezca de base. En fin la manera de ser del venezolano fabricada desde el punto de vista de la no conciencia, desde el subdesarrollo y la no ecología, solo tiene un mensaje cargado de temor: pedir que lo ayuden, que lo tomen en cuenta, que le den la importancia que hasta ahora no le han dado.
Por lo anteriormente señalado no es exagerado decir, como lo señala el autor antes mencionado que no hay conciencia nacional sin conciencia individual. No es posible hablar de grandeza cuando el 50% carece de oportunidades reales. La nacionalidad es un concepto que a penas se está gestando, se debe lograr que cada venezolano sea primero una persona y luego un ciudadano verdaderamente comprometido con el contexto social que le rodea. Aún cuando es necesario conocer el pasado, se hace debe partir de estas raíces para construir un futuro, que saque al país del atraso que vive y sobre todo tomar conciencia de sí mismo, de su valoración para luchar contra la marginalidad que está mas instalada en las mentes que en los barrios.
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